lunes, 21 de junio de 2010

LA ESCUELA AMBIENTAL Y LOS NUEVOS CIUDADANOS



Hurtado es el punto en que la ciudad nos invita a tomar una decisión: a la derecha un espacio ideal para pasar el domingo "descansando" al compás de la música a grandes decibeles; o tal vez ingiriendo considerables dosis personales de colesterol y alcohol; aumentando los volúmenes de residuos sólidos y disponiendo muchas veces de ellos de la manera más práctica, es decir, en el pobre río Guatapurí; o también observando el triste y temerario espectáculo de clavadistas por necesidad o por ebriedad desde las barandas del puente; o bien ser testigos de la decadente costumbre de como las mujeres de la casa (mamá, esposa, hermanas e hijas) "disfrutan, se divierten y descansan" cocinando y atendiendo a todos, mientras otros juegan dominó en compañía del viejo parr. Es una forma de pasar el fin de semana, pero no es lo que YO quisiera compartir en familia.

De otro lado, virar a la izquierda significa tomar la decisión de conocer un sector poco explorado por extraños e incluso por propios. Un espacio que ha permitido a quienes lo hemos visitado desarrollar conciencia del valor de la naturaleza, su disfrute en familia y el legado a nuestros hijos de una ética de lo ambiental, de admiración y de respeto por nuestro medio ambiente.



Este lugar es la Fundación Escuela Ambiental del Cesar. Desde que llegamos se percibe inmediatamente que estamos entrando a un lugar diferente. "Aquí se prohibe el mal genio, la comida chatarra y la música estridente" reza en uno de sus mensajes, los cuales serán la nota permanente a lo largo de todo el recorrido induciendo nuestra reflexión. Quedamos maravillados por el uso de aquellos objetos cotidianos que creíamos fuera de circulación y que como por arte de la magia ecológica se transforman en ornamentación y en lúdica. Es estar de vuelta a disfrutar de lo simple; es decir, el verdadero descanso. Niños y adultos que regresan a la niñez, o tal vez la ruptura de ese letargo de madurez obligada, compartimos todo un día dejando en casa a los nuevos miembros de la familia moderna: la televisión, el celular, los videojuegos y otros dispositivos de autosatisfacción.



Guiados, entretenidos y algunas veces regañados, con justa razón, por Olmar Quintero, hacemos el recorrido desde el masaje desestresante a base de lodo o geoterapia (es un exfoliante perfecto, absorve las toxinas y por conducir bien el calor disminuye las dolencias articulares), pasando por el sauna untados de melaza (detoxifica el cuerpo hasta un 30% por medio del sudor), la piscina de flores para atraer a la pareja, la cálida piscina de hierbas y especias, la de boliches o canicas y la cama de clavos para estimular la circulación. Al final salimos renovados por dentro y por fuera: Un nuevo ciudadano.





Nuestra cultura tiene muchísimos elementos para sentirnos orgullosos y es importante que lo preservemos. No obstante, también debemos decirlo, está cargada de costumbres poco sanas, anticiudadanas y anacrónicas frente al nuevo concepto global del medio ambiente. Superarlas no es perder identidad, es reforzar nuestra cultura.

1 comentario:

omar pedraza dijo...

esto nos da a entender que debemos preservar los recursos naturales y aprovecharlo con fines positivos. también debemos tener en cuenta la problemática ambiental existente por estos tiempo ya que cada día como las constantes tala de arboles nos dañan nuestros paisajes y nos ayuda a distanciarnos por un momento de lo cotidiano...